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2 de marzo NACIONALES

Año clave para el futuro de todos los Paraguayos

Comunicado de los 35 principales gremios de nuestro país, solicitan por medio de un manifiesto un cambio radical a los efectos de superar el fuerte clima político, y por consiguiente solicitan estabilidad para poder proyectar mejoras después de los golpes recibidos en pandemia

Paraguay enfrenta el inicio de un periodo clave para el futuro. El 2021 deja atrás un año de parálisis en la economía, con una ruptura de hábitos sociales arraigados, un clima de incertidumbre que sacudió los fundamentos del trabajo, la educación y la convivencia, amenazados por una pandemia que conmovió al mundo y marca un quiebre histórico.

Nuestro país sorteó esas dificultades con un relativo éxito si se lo compara con la región y, en general, con el resto del mundo. La salud ha sido y está siendo golpeada, pero con indicadores que muestran un impacto relativamente bajo. La economía tuvo una caída significativamente menor que la gran mayoría de los países del mundo. El empleo, también disminuido, sufrió fuertes golpes en algunos sectores mientras otros pudieron sostenerlo o abrieron otros rumbos con mayor o menor éxito.

La mayor parte de la responsabilidad de este mediano impacto recayó sobre un sector privado que, desde los distintos campos de trabajo, aportó lo suyo con un sostenimiento del empleo en todo cuanto fue posible, incluso un leve crecimiento en algunas áreas. Las actividades más golpeadas comparten características con el resto del mundo y requieren un tratamiento y apoyo muy especial.

El sector público, con una apuesta importante a la inversión pública contracíclica, tuvo un papel en el cuidado del empleo, pero no pudo sacudirse el lastre de una dinámica de años de ineficiencia, clientelismo y corrupción manteniendo intactas casi todas las prestaciones a sus funcionarios mientras que el sector privado tuvo que ajustar nóminas de personal y salarios a sus dependientes.

Quienes no pasaron el examen fueron los “politiqueros”, quienes encerrados en un micro clima fueron los artífices de esa inercia para preservar vergonzosos privilegios, clientelismo, negociados y corrupción. Este escenario se agrava y complica al tener por delante años electorales sucesivos, con internas partidarias y elecciones municipales precisamente para este 2021. El horizonte del 2022 es igualmente político con la preparación de las elecciones nacionales y el 2023 será absolutamente político con el desarrollo de las elecciones presidenciales.

Ese clima “politiquero” — no político — marcado por las divisiones, las grietas, agresiones, descalificaciones y maniobras con el solo fin proselitista - electoral, hace mucho daño al país y a la gente que quiere trabajar en paz para reconstruir un Paraguay sacudido por la pandemia. Incluso quienes desde el sector público procuran dar lo mejor de sí al país desde la posición que ocupan, lidian con la amenaza permanente de que sus puestos puedan eventualmente ser mercancía de intercambio con fines electorales.

La sociedad paraguaya está cansada de este tipo de comportamiento y exige un cambio radical en ese manejo “politiquero” y populista de la crisis y de la incertidumbre que enfrentamos todos. Caso contrario la crispación será cada vez mayor y puede conducirnos a escenarios que pasen de la impotencia y frustración a la intolerancia y violencia que rechazamos totalmente por no constituir el camino para sortear exitosamente esta crisis y superar los desafíos que enfrentamos como Nación.

Quienes desde sus unidades empresariales y productivas han puesto el hombro, han soportado penurias, encierros y pérdidas de trabajo pagando impuestos y contribuyendo a la formalidad, merecen que quienes fueron electos como “Servidores Públicos” hoy integrantes de los tres Poderes del Estado, empaticen con estos principios, reflexionen y trabajen por Paraguay y su gente. Estamos en condiciones de reactivar sensiblemente la economía y recuperar el empleo perdido con la ayuda de los vientos favorables para los productos nacionales, pero nos encontramos al borde de desaprovechar esta nueva oportunidad si no existe un radical cambio de actitud en la dirigencia política, porque la ciudadanía, por su parte, ha demostrado que sabe asumir los compromisos y salir adelante aún en el medio de una de las crisis más difíciles de la historia.