Dióxido de silicio (E 551) como aditivo alimentario: reevaluación de su seguridad
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha publicado la reevaluación de la seguridad del dióxido de silicio (E 551) como parte del programa de reevaluación de los aditivos alimentarios autorizados en la UE.
La seguridad del dióxido de silicio (E 551) se ha reevaluado para todos los grupos de edad, incluyendo además a los lactantes menores de 16 semanas, teniendo en consideración los nuevos datos disponibles desde la última evaluación en 2018. La evaluación de seguridad se ha complementado también con consideraciones relativas a la nanotecnología.
Basándose en el conjunto de datos actualmente disponibles, la EFSA establece que el dióxido de silicio (E 551):
- No plantea ningún problema de genotoxicidad ni de efectos adversos sobre los puntos finales evaluados para la toxicidad hasta la dosis más alta probada.
- No plantea un problema de seguridad en ninguno de los grupos de población evaluados, en los usos y niveles de uso indicados.
- En alimentos para lactantes menores de 16 semanas de edad no plantea un problema de seguridad en los niveles de exposición actuales.
La EFSA señala que los datos técnicos proporcionados respaldan una modificación de las especificaciones del dióxido de silicio (E 551) establecidas en el Reglamento (UE) 231/2012 de la Comisión Europea, relativas a su definición, descripción, y pureza.
También indica que la escasez de estudios toxicológicos con un protocolo de dispersión adecuado (con excepción de los estudios de genotoxicidad) crea incertidumbre en la evaluación actual de los posibles efectos toxicológicos relacionados con la exposición a los nano agregados del dióxido de silicio (E 551).
El silicio es un oligoelemento esencial que casi todas las células del cuerpo necesitan para funcionar con normalidad. Lo ideal es que el organismo contenga 1,4 g de silicio, junto con zinc, hierro y otros oligoelementos.
El silicio es esencial para la salud de las estructuras pasivas del organismo, como los huesos, el cabello y las uñas. Utilizado funcionalmente como aditivo, tiene además la ventaja de que evita que los polvos se apelmacen.
Dióxido de silicio, donde se encuentra
Dióxido de silicio también se indica en la etiqueta de los alimentos como E551. Se utiliza como agente anti aglomerante en muchas categorías de alimentos. Se encuentra fácilmente, por ejemplo:
Complementos alimenticios
- cápsulas de café con ginseng
- caldo en polvo
- Plátanos,
- Huevos
- Pez
- Granos
- Judías verdes
- Verduras de hoja verde
- Leche
- Agua
Añadido a alimentos y productos. Por ejemplo:
- Sal
- Especialidades
- Azúcar
- Cosméticos (por ejemplo, polvos)
¿Por qué necesitamos agentes anti aglomerantes como el dióxido de silicio?
Muchos productos se absorben fácilmente con agua o aceites. La absorción de esta agua o aceite puede hacer que los productos se aglomeren y, en algunos casos, se vuelvan inutilizables. La aglutinación es especialmente problemática en el caso de las mezclas para pasteles, la harina, el azúcar, la sal de mesa y muchos otros productos alimenticios granulados con estructuras cristalinas.
Cuando estas estructuras cristalinas absorben agua o aceites, pueden crear un puente líquido que se forma en un puente cristalino. Este puente cristalino une el producto alimenticio, lo que dificulta su uso.
Es posible que haya notado que algunos restaurantes agregan arroz a la sal en su salero, o tal vez haya visto a personas agregar arroz al azúcar moreno. Agregar arroz a un ingrediente es una forma económica ya pequeña escala de agregar protección adicional contra la aglutinación a los alimentos porque el arroz absorbe el exceso de humedad y protege los alimentos del proceso de aglutinación mencionado anteriormente.
Los fabricantes agregan pequeñas cantidades de agentes anti aglomerantes como dióxido de silicio a los productos que desean mantener fluidos. Estos agentes anti aglomerantes recubren partículas individuales, separando así las partículas entre sí para que no se forme un puente cristalino que provoque aglutinación.
¿De dónde viene el mito?
El uso de la sílice en la industria alimentaria se remonta a la década de 1960, y desde entonces su presencia en los alimentos ha sido constante. Estudios previos plantearon dudas sobre su potencial genotoxicidad, pero la EFSA ha disipado estas inquietudes, concluyendo que el E 551 no presenta riesgos de este tipo.
El mito de que el dióxido de silicio (SiO2) supone un riesgo para la salud no procede del dióxido de silicio en sí (que es un compuesto de silicio completamente normal y natural), sino de las nanopartículas que pueden formarse durante la producción de dióxido de silicio y que pueden inhalarse. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha determinado que la exposición excesiva al dióxido de silicio sólo podría ser motivo de preocupación si el tamaño de la partícula es inferior a 100 nm y se clasifica como nanopartícula.
El respaldo de la EFSA refuerza la confianza de la industria y de los consumidores en la seguridad de la sílice como aditivo alimentario. La continua aprobación del E 551, combinado con los estrictos estándares de producción, asegura su lugar en la industria como un componente esencial y seguro.