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12 de agosto ALIMENTOS

Industria aceitera, clave en el impulso de la producción porcina y avícola

La instalación y ampliación de las agroindustrias en las últimas décadas en el Paraguay, además de los beneficios directos en generación de empleos de calidad, creación de polos de desarrollo, ingreso de divisas, aportes fiscales, entre otros, indirectamente impactó positivamente en rubros conexos, y trajo aparejado el crecimiento de la producción de cerdos y aves, entre otros, según se desprende del estudio económico “Paraguay, potencia agroindustrial para alimentar al mundo”, hecho por el Dr. Emilio Ortiz Trepowski y Carolina Riquelme.

Según un informe expedido recientemente por la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas  (Cappro) en el año 1991, cuando se hizo un censo agropecuario nacional, las plantas procesadoras de soja estaban empezando a instalarse en nuestro país, el área de cultivo del rubro estaba en un poco más de 500.000 hectáreas y el volumen de producción de granos en cerca de 1.500.000 toneladas. En ese tiempo, el stock de aves a nivel nacional, entre ponedoras y parrilleros era de 11,2 millones ejemplares y el hato porcino 1.003.880 cabezas, según los datos del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).

Con el correr de los años y gracias a las inversiones para la instalación y /o ampliación de las industrias aceiteras fue creciendo la producción de harina de soja, subproducto de la extracción del aceite, así como de otros productos que se utilizan en la elaboración de alimentos balanceados, lo que aumentó la disponibilidad de estos, facilitando la cría de cerdos, aves y otras especies de ganado menor.

El alto valor nutricional proteico que aporta la harina de soja para el consumo animal, así como el amplio uso industrial que se deriva del mismo, lo convierte en factor de importancia estratégica para el desarrollo de industrias conexas de alimentos, al igual que el aceite de soja, para biocombustibles, cosméticos, entre otros productos.

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Así fue que, al mismo tiempo que se iba dando la expansión de las industrias aceiteras, también fue aumentando el hato avícola, que para el 2008 saltó a 16 millones y para el 2023 a 32 millones ejemplares. Con eso se llegó a una producción de carne de pollo de 135.200 toneladas, por 47,5 millones de aves faenadas en el periodo 2023, según datos del Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa). En ese lapso también se estimó una producción de 763,2 millones unidades de huevos. En consecuencia, emergió y se consolidó la exportación de carne de pollo y durante el 2023 se envió al exterior unas 12.571 toneladas de ese producto por US$ 12,89 millones.

En el caso de la producción porcina, de un poco más de un hato de 1.000.000 de cabezas en 1991 se pasó a último censo agropecuario del 2022 a 1.801.460 cabezas. En los últimos 10 años, el crecimiento en el volumen de faenamiento de cerdos creció de unas 297.429 cabezas a 745.073 ejemplares por año, obteniéndose en el último periodo unas 67.233 toneladas de carne de dicho ganado, según los datos del Senacsa. La exportación de carne de cerdo, menudencias y despojos durante 2023 fue de 7.689 toneladas por US$ 19,2 millones. Por otra parte, la producción piscícola en estanques que estaba en 2008 en cerca de 660 hectáreas de espejo de agua, para el 2022 pasó a 801 hectáreas y la cosecha comercial, que estaba en solo cerca de 100 toneladas por año saltó a unas 6.500 toneladas por año, según el MAG.

Es importante señalar que tanto para el renglón avícola como para el porcino y otros, el salto significativo en la producción se atribuye a varios factores, tales como la incorporación de tecnología de punta, mejoramiento de la organización de las cadenas productivas a cargo de empresas líderes en el mercado, así como al fortalecimiento de los controles sanitarios, mejores técnicas de crianza, nuevas políticas de apoyo por parte de las instituciones oficiales, pero también, debido al tipo de alimento balanceado con alto valor nutricional, en este caso proveniente de la agroindustria nacional.

Múltiples usos industriales de los derivados

Los principales derivados de la soja resultantes de la industrialización a nivel local son el aceite crudo, la harina y la cascarilla. La finalidad que persiguen las industrias asociadas a la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas (CAPPRO) es lograr la mayor calidad y volumen en la producción de los mencionados derivados, utilizando para ello tecnología de punta.

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El aprovechamiento sostenible de las principales materias primas agrícolas implica un desarrollo total de la cadena de valor de las oleaginosas, convirtiendo proteína vegetal en proteína animal y el aceite en biodiésel y otros productos. Por esa razón, el gremio sostiene que la consolidación de la molienda dentro del territorio es el eslabón fundamental para el desarrollo del resto de la cadena: la producción avícola, porcina, la piscicultura, los productos lácteos, el biodiésel, las margarinas entre otros. Eso genera más fuentes de trabajo en el país, que es la mejor herramienta para la lucha contra la pobreza y apuntar al crecimiento del Paraguay, tanto en lo económico como en lo social.

Cuanto más se avance en los eslabones de la cadena, mayor será la generación de empleos; además, la agroindustria tiene un enorme efecto derrame en otras actividades: transporte terrestre y fluvial, servicios, energía (consumirla a nivel local en vez de exportarla), construcción, metal mecánico, entre otras. Lo que la convierte en uno de los ejes para apuntar al desarrollo económico.